jueves, 15 de noviembre de 2012

¿Qué piensan los sapos de las luciérnagas?


¿Que piensan los sapos de las luciérnagas?

NARRADOR: He aquí una historia especial, que con mucho cuidado les voy a contar. Cierren los ojos y traten de imaginar los vericuetos de esta pareja genial.

EL
Abrió el inmenso ojo izquierdo y recorrió el espacio a su alrededor  en un ángulo de 180º, le dio pereza pero al final  abrió también el otro y fue con ese  que la vio.  ¡Que hermosura! La lengua se le enredó en la boca y el cuerpo pesado y tosco se endureció como la roca. Tal fue la impresión que ella le causo...

ELLA
La fina telaraña envuelve el cuerpo alargado y oscuro. Como gotas de nácar los ojos desorbitados  buscan  ayuda. El terror se  apoderó de ella y un sonido  extraño sale de su boca. Luego pensó que  algún macho podría ayudarla. Comenzó a vibrar y toda ella se transformó en un haz de luz incandescente.  Fue ahí  cuando el sapo la vio.

SAPO: Perdone, pero su belleza me petrifica.
LUCIÉRNAGA: Tratame de vos, guapo. 
SAPO: ¡Ay! mi timidez natural se agudiza.
LUCIÉRNAGA: ¿Me ayudas?
SAPO: Haré el intento.
LUCIÉRNAGA: ¡Te lo ruego! Esta situación me desespera y necesito ser rescatada.
SAPO: (Lascivo) Estoy calculando que tengo dos formas de sacarla. La primera es devorándola. La otra es masticando a la que teje y teje.
LUCIÉRNAGA: (desesperada) Las cosas que decís me encienden (se ilumina). 
SAPO: (Excitado) ¡Queridísima!
LUCIÉRNAGA: Si  masticas  a la araña y luego me rescatas el placer será doble.
SAPO: (Avanza hacia la araña) Y ¿Qué más?
LUCIÉRNAGA: Brillaré para vos todas las noches  de mi vida...
SAPO: Como la mas bella  y ¡mía!  (Se detiene bruscamente. Observa a  la araña y luego a la luciérnaga) ¡Oh!  Pero veo aquí un problema sin solución.
LUCIÉRNAGA: (Temblando) ¿Decime cual?
SAPO: Terriblemente venenosa es esta araña y puedo morir si me la como.
LUCIÉRNAGA: (Petrificada de miedo) ¿Qué haremos entonces?
(Mientras habla, el sapo se acerca y llega hasta  la Luciérnaga y el resto de la conversación es con los rostros pegados como si se estuvieran besando)
SAPO: Voy a saciar mi apetito y mi deseo, serás el bocado perfecto.
LUCIÉRNAGA: ¿Y si  consigo para vos  las larvas más exquisitas, incandescentes y tiernas?
SAPO: ¡Como lo siento, hermosura, pero el deseo me consume! ¡Si no te devoro ya, creo que muero! (enrosca a la luciérnaga con su lengua y comienza a estrangularla, mientras se convulsiona de placer)
LUCIÉRNAGA: Te lo suplico no me...
 (La luciérnaga  muere y su cuerpo aún luminoso es devorado  por el sapo en un acto de absoluto placer)


NARRADOR: En definitiva esto es lo que los sapos piensan de las luciérnagas...
            Ahora yo me pregunto: ¿el Sapo amó a la Luciérnaga? Y Ella ¿pudo amarlo a él? El brevísimo tiempo que duró el encuentro entre ellos, ¿fue suficiente? ¿Necesita tiempo el amor? ¿Necesita espacios físicos para existir? Y sin nos adentramos aún más profundo, si nos alejamos de las definiciones cursis y empalagosas sobre el amor. Si pensamos en este sentimiento como el más grande, como la matriz de todos los demás, incluso del odio.  Las preguntas que me/les hago son estas: ¿Podemos colocar al amor en un espacio y tiempo determinados? ¿Es el amor unidireccional? -Amor, amor, amor… deberíamos comenzar por cambiarle el nombre, tal es el abuso que hemos hecho de esta palabra, pero a falta de otra la seguiremos utilizando. O no. Podríamos nombrarlo “Roma”, “Mora”, “Armo”, “Ramo”, “Omar”… “Mora amó a Omar  y en Roma armó un ramo de flores para él”-
            Amor. ¿Qué es lo que contiene? Y ¿Qué lo contiene a él? ¿Puede estar contenido  el amor? ¿Puede el amor no ser suficiente y fracasar? ¿Puede morir el amor? Desde muy pequeños nos condicionan con respecto al amor. Nos hablan de príncipes azules y bellas durmientes, nos presentan un rostro del amor, el más frívolo y superficial. Pero la esencia, lo que este brutal sentimiento significa en toda su magnitud es algo que permanece oculto para muchos durante quizás toda la vida. Él es mucho más grande que una persona y aún que la humanidad. Es la vida misma, la tierra y todos los seres que la habitan. El amor no contiene, ni busca ser contenido. No pertenece a nadie y no lo debemos limitar con parámetros sociales, culturales, religiosos ni materiales. Sin títulos, sin espacios ni tiempos. El amor no es un vector que avanza y retrocede en sentidos y direcciones determinadas. Al amor le basta el amor. Y en esa bastedad debemos aceptarlo cuando se nos presenta, para  disfrutar libres de prejuicios de su inmensidad. 




Soledad Herrera
20 de abril de 2009

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