¿Que piensan los sapos de las luciérnagas?
NARRADOR: He aquí una historia especial, que con mucho cuidado les voy
a contar. Cierren los ojos y traten de imaginar los vericuetos de esta pareja
genial.
EL
Abrió el inmenso ojo izquierdo y recorrió
el espacio a su alrededor en un ángulo
de 180º, le dio pereza pero al final
abrió también el otro y fue con ese
que la vio. ¡Que hermosura! La
lengua se le enredó en la boca y el cuerpo pesado y tosco se endureció como la
roca. Tal fue la impresión que ella le causo...
ELLA
La fina telaraña envuelve el cuerpo
alargado y oscuro. Como gotas de nácar los ojos desorbitados buscan
ayuda. El terror se apoderó de ella
y un sonido extraño sale de su boca.
Luego pensó que algún macho podría
ayudarla. Comenzó a vibrar y toda ella se transformó en un haz de luz
incandescente. Fue ahí cuando el sapo la vio.
SAPO: Perdone, pero su belleza me
petrifica.
LUCIÉRNAGA: Tratame de vos,
guapo.
SAPO: ¡Ay! mi timidez natural se agudiza.
LUCIÉRNAGA: ¿Me ayudas?
SAPO: Haré el intento.
LUCIÉRNAGA: ¡Te lo ruego! Esta situación
me desespera y necesito ser rescatada.
SAPO: (Lascivo) Estoy calculando que
tengo dos formas de sacarla. La primera es devorándola. La otra es masticando a
la que teje y teje.
LUCIÉRNAGA: (desesperada) Las
cosas que decís me encienden (se ilumina).
SAPO: (Excitado) ¡Queridísima!
LUCIÉRNAGA: Si masticas
a la araña y luego me rescatas el placer será doble.
SAPO: (Avanza hacia la araña) Y
¿Qué más?
LUCIÉRNAGA: Brillaré para vos todas las
noches de mi vida...
SAPO: Como la mas bella y ¡mía!
(Se detiene bruscamente. Observa a la araña y luego a la luciérnaga)
¡Oh! Pero veo aquí un problema sin
solución.
LUCIÉRNAGA: (Temblando) ¿Decime
cual?
SAPO: Terriblemente venenosa es esta
araña y puedo morir si me la como.
LUCIÉRNAGA: (Petrificada de miedo)
¿Qué haremos entonces?
(Mientras habla, el sapo se acerca y
llega hasta la Luciérnaga y el resto de
la conversación es con los rostros pegados como si se estuvieran besando)
SAPO: Voy a saciar mi apetito y mi deseo,
serás el bocado perfecto.
LUCIÉRNAGA: ¿Y si consigo para vos las larvas más exquisitas, incandescentes y
tiernas?
SAPO: ¡Como lo siento, hermosura, pero el
deseo me consume! ¡Si no te devoro ya, creo que muero! (enrosca a la
luciérnaga con su lengua y comienza a estrangularla, mientras se convulsiona de
placer)
LUCIÉRNAGA: Te lo suplico no me...
(La luciérnaga
muere y su cuerpo aún luminoso es devorado por el sapo en un acto de absoluto placer)
NARRADOR: En definitiva
esto es lo que los sapos piensan de las luciérnagas...
Ahora yo me pregunto: ¿el Sapo amó
a la Luciérnaga? Y Ella ¿pudo amarlo a él? El brevísimo tiempo que duró el
encuentro entre ellos, ¿fue suficiente? ¿Necesita tiempo el amor? ¿Necesita
espacios físicos para existir? Y sin nos adentramos aún más profundo, si nos
alejamos de las definiciones cursis y empalagosas sobre el amor. Si pensamos en
este sentimiento como el más grande, como la matriz de todos los demás, incluso
del odio. Las preguntas que me/les hago
son estas: ¿Podemos colocar al amor en un espacio y tiempo determinados? ¿Es el
amor unidireccional? -Amor, amor, amor… deberíamos comenzar por cambiarle el nombre,
tal es el abuso que hemos hecho de esta palabra, pero a falta de otra la
seguiremos utilizando. O no. Podríamos nombrarlo “Roma”, “Mora”, “Armo”, “Ramo”,
“Omar”… “Mora amó a Omar y en Roma armó un
ramo de flores para él”-
Amor. ¿Qué es lo que contiene? Y
¿Qué lo contiene a él? ¿Puede estar contenido
el amor? ¿Puede el amor no ser suficiente y fracasar? ¿Puede morir el
amor? Desde muy pequeños nos condicionan con respecto al amor. Nos hablan de
príncipes azules y bellas durmientes, nos presentan un rostro del amor, el más
frívolo y superficial. Pero la esencia, lo que este brutal sentimiento
significa en toda su magnitud es algo que permanece oculto para muchos durante
quizás toda la vida. Él es mucho más grande que una persona y aún que la
humanidad. Es la vida misma, la tierra y todos los seres que la habitan. El
amor no contiene, ni busca ser contenido. No pertenece a nadie y no lo debemos
limitar con parámetros sociales, culturales, religiosos ni materiales. Sin
títulos, sin espacios ni tiempos. El amor no es un vector que avanza y
retrocede en sentidos y direcciones determinadas. Al amor le basta el amor. Y en
esa bastedad debemos aceptarlo cuando se nos presenta, para disfrutar libres de prejuicios de su
inmensidad.
Soledad Herrera
20 de abril de 2009
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