jueves, 15 de noviembre de 2012

Nosotras


NOSOTRAS
Somos tan iguales que algunas veces no sabemos, quién tuvo la idea de tal o cual cosa. En el teléfono es imposible, siempre nos confunden. Cuando  atiendo yo, preguntan por mí, si es ella la que contesta, preguntan por ella, pensando que soy yo la que atendió la llamada.
Si alguien hace de nosotras una descripción no encuentra grandes parecidos, pero los gestos son los mismos, la risa, el andar. Ella es mucho más bonita, delicada y de una inteligencia sutil. Yo tengo una mezcla que me hace más tosca, y la inteligencia brota a fuerza de perseverancia.
Los gustos son los mismos en todo, hasta en los hombres. Cuando veo un chico, enseguida sé si a ella le va a gustar, y casi nunca me equivoco.
Ella es una parte de mí, que se desprende y nace a sí  misma.
Yo soy un parámetro para ella, me observa en todo, es la forma de dimensionar sus actos, que muchas veces son contrarios a los míos.
La semejanza es extraña, radica sobre todo en las diferencias. Como en las piezas de un rompecabezas, la protuberancia en una es depresión en la otra. Sin embargo, separadas cuesta distinguirlas.
La tormenta se desata cuando más se ajusta el parecido. Somos dos volcanes en erupción, sacamos chispas, escupimos lava. El resto escapa, nadie se mete, huyen a refugiarse. Más tarde, la calma nos encuentra en la cocina, amasando pizzas y batiendo budines,  que cuando los prueban, no saben si los batió ella o las amasé yo.

Soledad herrera
   (octubre de 2009)

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