viernes, 15 de febrero de 2013

Abismos


Abismos
Todo cae sobre mí cómo un abismo,
por un hueco perforado de la mente
todo se fuga, hasta yo me voy corriendo.
Huyo despavorida de la mediocridad, de la mía.
Me espanta mi propia ineptitud y la falsa impotencia.
¿Cómo es que no puedo hacer nada? Mentira.
La necesidad aprieta las gargantas y respiro poquito.
La injusticia se desata furiosa sobre todos y cierro los ojos.
Llaman a mi puerta y camino cada baldosa pensando, ¿qué me sobra?
El mate ya no es suave y amargo
es agrio en la lengua cuando escribo.
Se me llena la panza de líquidos rancios
de tanto reclamar mi honestidad y valor.
Se que tengo que morir para crecer.
Los cambios paulatinos no existen, no sirven.
El cambio es violento, preciso e instantáneo.
Lo paulatino es lo que vemos de ese cambio,
lo que hacemos con él, lo que pensamos.
Corro y sigo corriendo hasta alcanzar mi espanto,
me detengo y desde lejos veo mi mente fracturada
y el derrame neuronal de los pensamientos.
Vuelvo de a poco hasta llegar muy cerca
y al mirar encuentro sólo despojos de lo que era:
un cuerpo cavernoso y oscuro que soy yo,
no es otro.

Todo cae sobre mí como un abismo.
Pero todo me perdona y me aleja.
Y en abrupto silencio vuelven los pensamientos, 
la vergüenza, el miedo, el valor, la esperanza.
Todo regresa a mí todo puede,
incluso yo estoy de vuelta.
Me instalo en los huesos conocidos y canto.
Canto para escuchar mi voz, para decir algo.
Algo que recuerdo y voy encontrando
palabras perdidas que voy recordando.
Pero el olvido seduce a la intención
que preñada de espanto muere
intentando dar a luz, intentando decir algo.

Todo regresa a mí, todo puede,
todo otra vez, hasta el abismo.
Soledad Herrera
2013