miércoles, 16 de mayo de 2012

El camino de retorno


EL CAMINO DE RETORNO
La pupila dilatada contiene todo lo que hay. En ella todo se condensa, pequeño e infinito, como un sueño. Aprovecha el instante de un parpadeo al otro y entra.
Un estallido de luz en el  mundo sin sombras. Todos la ven, pero nadie la mira. Una mujer desnuda sentada sobre una mesa amamanta a un niño que la observa  con ojos de gato. En la esquina, parado al lado de una gran olla, un hombre gordo mezcla un potaje salado y humeante. A su lado una niña descalza llora con el tazón vacío en las manos. Tres mujeres viejas juntan las sillas para darle la espalda. Es un golpe tan intenso, que la carne del pecho se le torna violácea. Un murmullo  pegajoso, constante, penetra en su oído y llena su cabeza de gemidos, latidos y ruidos.
Los contornos indefinidos le sugieren más formas y movimientos, pero no se anima a nada. La lengua se cristaliza en su boca y los ojos ya no pueden contener lo que ven. ¿Cómo va hacer ahí, frente a todos? El dolor punzante en el vientre le acusa un deseo incontenible de orinar. No aguanta más. La vejiga late...las viejas ríen a carcajadas, el niño eructa y ella se orina. La humedad corre por sus muslos y el contacto con las sábanas mojadas la despierta. Sus pupilas dilatadas buscan en la oscuridad el camino de retorno, sabe que algún día se va ha perder para siempre.

Mayo de 2009