miércoles, 10 de julio de 2013

Agujeritos

Agujeritos

La carcajada me parte la cara como cuchillada limpia. Te voy a dejar me dice. Y yo me río, como estúpida no puedo parar de reírme. Te voy a dejar repite, no aguanto más la presión. Y yo tampoco aguanto, pero no lo digo. En cambio la dejo escapar por agujeritos que me invento. Te voy a dejar, ¿entendés lo que te digo? Sus ojos tienen ahora una mirada desconocida y de su boca se desprende una tormenta de cuchillos que me hieren. Yo no sangro, aguanto y sigo inventando agujeritos. Esta noche me voy, acepté un trabajo lejos y me voy. Otro agujerito, o hueco depende el tamaño del cuchillo que me lanza. Los agujeritos son pequeños y los huecos son grandes. Los cuchillos en realidad funcionan de tapón, él los lanza, se clavan y ahí quedan. Lo que yo hago es abrir un hueco en otra parte para que el dolor escape y afloje.
Él comienza a juntar sus cosas y armar valijas. Qué rápido guarda todo. Ahora entiendo el orden repentino de las últimas semanas. De pronto un día empezó a tirar cosas, regaló ropa que no usaba, limpió cajones, ordenó papeles y a todo lo guardó en cajas rotuladas. Ja ja… Que estúpida que soy, yo pensé que lo hacia para reconquistarme. Que por fin se daba cuenta que lo nuestro no andaba bien. ¿Me querés decir de que te reís? pareces tonta. Creo que en parte se va por eso, porque no me aguanta. ¿En que momento pasó de amarme a no tolerar mi presencia? ¿Fue paulatino o de repente? Quizás le dejó de gustar mi olor. El olor es lo que más rechazo o atracción produce entre las personas. Si no te gusta como huele alguien, todo lo demás es imposible. Tengo avión a las nueve, me dice. Ya hablé con un abogado, él se va a encargar de los papeles. Otro agujerito. Esto viene de hace mucho, tiene todo organizado. Yo me sigo riendo y él se pone furioso. No entiende que es lo que me causa tanta gracia. No puedo dejar que me gane, me sorprendió un poco es cierto, pero todavía llevo la delantera. Él se asombra cuando lo tomo de la mano y lo llevo hasta el garaje, enciendo la luz y la mandíbula se le cae, literalmente se le cae. Con la boca abierta observa el auto lleno de cajas y valijas hasta el tope. Y recién ahí me mira. Por primera vez desde que llegó se da cuenta que estoy vestida y lista para salir. hasta tengo la cartera cruzada y los anteojos de sol en la cabeza a la manera de vincha. Te dejo tranquilo para que termines de acomodar tus cosas. Yo me voy porque a las seis firmo el contrato de alquiler de mi nuevo departamento. La casa ya está en venta, cuando aparezca un comprador dividimos. Al auto me lo quedo, después de todo yo pagué las cuotas con mi sueldo. Los detalles te los dejo a vos que sos mas ordenado.  Me voy porque llego tarde. Ah, me olvidaba, mi abogado tiene listos los papeles del divorcio, decile al tuyo que se ponga en contacto con él. Tomá está  es su tarjeta. Abro el portón del garaje subo al auto y arranco despacio  marcha atrás. Me detengo justo al borde del cordón y asomo la cabeza por la ventana. Cerrá bien el portón, tus llaves quedaron arriba de la heladera. A propósito, grito fuerte para que me escuche bien, a la heladera te la dejo, mi novio acaba de comprar una nueva. Hago un giro con el auto pongo primera y me voy. Él queda parado dentro del garaje todavía con la boca abierta y la mirada clavada sobre un montón de cuchillos desparramados en el piso.

Soledad Herrera

(2013)